Esta entrada relata la historia de dos cantones costarricenses que de la misma manera pueden parecer similares -y de hecho bastante cercanos geográficamente-, pero bastante distintos en sus rumbos.
Esta semana pasada tuve la oportunidad de viajar unos días a Liberia y Puntarenas antes de mi próxima partida a estudiar en George Mason University. Mientras que Liberia goza de una inversión extranjera constante, un aumento importante del empleo y el desarrollo de proyectos famosos internacionalmente como África Mía, Puntarenas parece haberse quedado estática en el tiempo.
A pesar de que las estadísticas comparativas del Estado de la Nación para el 2004 (por lo que no toma en cuenta los resultados del 2004-2007) enseñan apenas un leve porcentaje de superioridad en cuanto al Índice de Desarrollo Humano entre Liberia y Puntarenas, a leguas se puede observar cómo Liberia está muy superior en desarrollo sobre Puntarenas.
En Liberia da gusto observar los paisajes que ahora se acompañan de una serie de facilidades que aumentan las oportunidades de bienestar de los liberianos. Los locales ahora tienen importantes oportunidades de trabajar para empresas que se colacan en el cantón y ofrecen mejores salarios y capacitación técnica y educativa nunca antes vista. Los jóvenes citadinos se trasladan masivamente a este cantón para ganar salarios en dólares que no podrían obtener ni en los más prósperos cantones de San José. Los mejores salarios implican poder adquirir una mayor cantidad de bienes y servicios que aumentan la prosperidad de sus habitantes. Aprendí que el "sub-mundo" de los corredores de bienes raíces es una minita de oro para aquellos emprendedores que deseen adquirir un próspero estilo de vida. Las playas en los cantones vecinos están cada vez más llenas de hermosas propiedades pobladas de nacionales y extranjeros que inyectan enormes capitales a la economía del país y así le dan vuelta a la rueda del desarrollo.
Por otro lado, Puntarenas se estancó. No es aquél próspero cantón que contaban mis padres y familiares, donde no había comparación con comerse un churchill en el Paseo de los Turistas. Ahora da miedo ser asaltado caminando en la playa. El hospital está en tan mal estado que parece recién bombardeado. Las casas playeras están en ruinas. No hay inversión. No hay desarrollo ni bienestar.
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