lunes, 12 de noviembre de 2007

Somos iguales

Necesitamos más artículos como este aparecido en Opinión de La Nación el día de hoy. Es un tema que necesita más publicidad, diseminación de casos, humanidad y empatía... entre otras cosas!!!


Somos iguales

Homosexual

La iniciativa de enmendar el Código de Familia para prohibir que los homosexuales podamos adoptar hijos es lamentable y representa una colosal involución en el reconocimiento de derechos humanos en Costa Rica. Mientras el mundo “desarrollado” da pasos agigantados por reconocer los derechos de los homosexuales y trabaja por establecer una cultura de tolerancia, en Costa Rica sucede lo contrario. Supongo que pronto los señores diputados decidirán volver a penalizar los actos sexuales entre personas del mismo sexo, acercándonos más a Nicaragua que a la Suiza Centroamericana de nuestra imaginación.

¿Cómo se atreven los diputados a sugerir que las personas homosexuales somos inferiores o ciudadanos de segunda categoría? ¿Cómo se atreven a decir que somos moralmente corruptos o un mal para la sociedad? El limitar o retirar derechos a un segmento de la sociedad es el equivalente a decirle que no son iguales. Es decir desde las entrañas mismas de nuestra sociedad –nuestras leyes– que ese grupo no es igual al resto de la ciudadanía y que por ello no es merecedor de los derechos que goza el resto de los costarricenses.

Eliminación arbitraria. Si nos eliminan o prohíben ciertos derechos, lo lógico sería que reduzcan nuestras obligaciones y deberes. Al arbitrariamente eliminarse el derecho a la adopción, entonces deberían excluirnos de pagar la proporción de nuestros impuestos que mantienen la educación pública. A diferencia de otros cuya decisión es no tener o adoptar hijos –cualidad endógena–, a nosotros se nos prohíbe –cualidad exógena–. Deberíamos cotizar menos en seguridad social porque, al no reconocerse nuestras relaciones amorosas, entonces debemos cotizar individualmente. Claramente, deberíamos pagar mucho menos porque, a diferencia de los demás, no podemos cubrir a nuestras parejas ni declarar impuestos conjuntamente.

Esta enmienda revela la mojigatería y la ignorancia de nuestros “representantes” –definitivamente no nos representan a los costarricenses homosexuales–. Es una incultura justificar esta enmienda debido al mal ejemplo o perjuicio que los gais y lesbianas creamos en los infantes. En Costa Rica parecieran no haberse percatado de que la homosexualidad no es una enfermedad ni una inmoralidad (reconocido por psicólogos, psiquiatras y médicos universalmente). No se escoge ni es una opción. La orientación sexual de los padres no incide en la de sus hijos, sean biológicos o adoptivos. Los homosexuales tenemos y fuimos criados por padres heterosexuales. Supongo que pasarán otra ley que obligue al padre o madre homosexual a entregar a sus hijos biológicos en adopción. Supongo que los costarricenses homosexuales que adoptemos en otro país no podremos reclamar a nuestros hijos como costarricenses.

Defensa de derechos.
Si bien dicen defender los derechos de los niños, ¿por qué no defienden su derecho a ser amados? Defiendan su derecho a vivir en un hogar donde, sean dos hombres o mujeres los jefes de hogar, tengan el apoyo pleno de dos adultos que estén dispuestos a dar todo por ellos. Defiendan el derecho de que a las personas que ellos quieren sean respetados como costarricenses, que gocen de los mismos derechos que los demás. ¿No es eso al final lo que necesitamos los seres humanos: amor, apoyo, educación, comprensión?

Los obstáculos que enfrentan los niños criados por una pareja del mismo sexo no yacen en el seno familiar, sino en una sociedad mojigata y anacrónica. El conflicto está en una sociedad que fortalece nuestra cultura de intolerancia. Esto es el equivalente a prohibir adopciones interraciales por miedo a que se sientan diferentes. ¿No creen que deberíamos combatir la raíz y no la causa? ¿El racismo y no la integración? ¿La homofobia e intolerancia y no el amor?

Alejandro Beeche Van der Laat

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