Necesitamos más artículos como este aparecido en Opinión de La Nación el día de hoy. Es un tema que necesita más publicidad, diseminación de casos, humanidad y empatía... entre otras cosas!!!
Somos iguales
Homosexual
La iniciativa de enmendar el Código de Familia para prohibir que los homosexuales podamos adoptar hijos es lamentable y representa una colosal involución en el reconocimiento de derechos humanos en Costa Rica. Mientras el mundo “desarrollado” da pasos agigantados por reconocer los derechos de los homosexuales y trabaja por establecer una cultura de tolerancia, en Costa Rica sucede lo contrario. Supongo que pronto los señores diputados decidirán volver a penalizar los actos sexuales entre personas del mismo sexo, acercándonos más a Nicaragua que a la Suiza Centroamericana de nuestra imaginación.
¿Cómo se atreven los diputados a sugerir que las personas homosexuales somos inferiores o ciudadanos de segunda categoría? ¿Cómo se atreven a decir que somos moralmente corruptos o un mal para la sociedad? El limitar o retirar derechos a un segmento de la sociedad es el equivalente a decirle que no son iguales. Es decir desde las entrañas mismas de nuestra sociedad –nuestras leyes– que ese grupo no es igual al resto de la ciudadanía y que por ello no es merecedor de los derechos que goza el resto de los costarricenses.
Eliminación arbitraria. Si nos eliminan o prohíben ciertos derechos, lo lógico sería que reduzcan nuestras obligaciones y deberes. Al arbitrariamente eliminarse el derecho a la adopción, entonces deberían excluirnos de pagar la proporción de nuestros impuestos que mantienen la educación pública. A diferencia de otros cuya decisión es no tener o adoptar hijos –cualidad endógena–, a nosotros se nos prohíbe –cualidad exógena–. Deberíamos cotizar menos en seguridad social porque, al no reconocerse nuestras relaciones amorosas, entonces debemos cotizar individualmente. Claramente, deberíamos pagar mucho menos porque, a diferencia de los demás, no podemos cubrir a nuestras parejas ni declarar impuestos conjuntamente.
Esta enmienda revela la mojigatería y la ignorancia de nuestros “representantes” –definitivamente no nos representan a los costarricenses homosexuales–. Es una incultura justificar esta enmienda debido al mal ejemplo o perjuicio que los gais y lesbianas creamos en los infantes. En Costa Rica parecieran no haberse percatado de que la homosexualidad no es una enfermedad ni una inmoralidad (reconocido por psicólogos, psiquiatras y médicos universalmente). No se escoge ni es una opción. La orientación sexual de los padres no incide en la de sus hijos, sean biológicos o adoptivos. Los homosexuales tenemos y fuimos criados por padres heterosexuales. Supongo que pasarán otra ley que obligue al padre o madre homosexual a entregar a sus hijos biológicos en adopción. Supongo que los costarricenses homosexuales que adoptemos en otro país no podremos reclamar a nuestros hijos como costarricenses.
Defensa de derechos. Si bien dicen defender los derechos de los niños, ¿por qué no defienden su derecho a ser amados? Defiendan su derecho a vivir en un hogar donde, sean dos hombres o mujeres los jefes de hogar, tengan el apoyo pleno de dos adultos que estén dispuestos a dar todo por ellos. Defiendan el derecho de que a las personas que ellos quieren sean respetados como costarricenses, que gocen de los mismos derechos que los demás. ¿No es eso al final lo que necesitamos los seres humanos: amor, apoyo, educación, comprensión?
Los obstáculos que enfrentan los niños criados por una pareja del mismo sexo no yacen en el seno familiar, sino en una sociedad mojigata y anacrónica. El conflicto está en una sociedad que fortalece nuestra cultura de intolerancia. Esto es el equivalente a prohibir adopciones interraciales por miedo a que se sientan diferentes. ¿No creen que deberíamos combatir la raíz y no la causa? ¿El racismo y no la integración? ¿La homofobia e intolerancia y no el amor?
Alejandro Beeche Van der Laat