El tema candente en la palestra nacional es y será por los siguientes meses el voto popular del Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y los Estados Unidos mediante la figura del referéndum.
Esta figura cobra vida en nuestro país mediante recientes reformas a los artículos 9 y 105 de nuestra Constitución Política. Por un lado, el artículo 9 de nuestra Carta Fundamental, mediante la ley Nº 8364 del 1 de julio del 2003, indica que el Gobierno de la República no solo es popular, representativo, alternativo y responsable, sino que también participativo. Por otro lado, mediante la ley Nº 8281 del 20 de junio del 2002, se agrega a nuestra Carta Fundamental que, a pesar de que la potestad de legislar reside en el pueblo y este lo delega en la Asamblea Legislativa por medio del sufragio, el pueblo también podrá ejercer esta potestad mediante el referéndum, para aprobar o derogar leyes.
Estas reformas brindan al pueblo una interesante oportunidad de involucrarse directamente en la toma de decisiones sobre instrumentos jurídicos que tradicionalmente han sido delegados al Poder Legislativo. No obstante, esta responsabilidad también brota la posibilidad de no representar la opinión pública si ésta no ejerce su derecho al voto.
Encuestas recientes –tanto las publicadas en Al Día, La República e IDESPO de la Universidad Nacional – demuestran que hay un mayor número de personas dispuestas a dar un voto de “SÍ” que a un “NO” en apoyo al “TLC”. No obstante, el “SI” no logrará la victoria que le otorgan las encuestas si no logra movilizar a las personas del “SI” a votar. En este sentido, los votantes del “SI” verían reducido el bienestar que tendríamos con el “TLC” por la inacción – externalidad negativa - de las personas del “SI” que deciden no votar. Los del “NO” se convertirían en los beneficiarios – free riders – de esta inacción a pesar de ser la minoría, según indican las encuestas.
En cuanto a todas aquellas personas que aún están indecisas, los invito a reflexionar sobre los siguientes puntos:
Se votará sobre un tratado comercial, que lejos de ser libre, es un acuerdo suscrito entre dos o más países soberanos en virtud del cual se establece el modelo de relaciones en los intercambios comerciales entre los firmantes.
Por su propia naturaleza, los tratados comerciales implican un choque o conflicto entre agentes económicos con posiciones diversas, en donde los negociadores buscarán convertirlas en intereses comunes.
Cuando se plasman los intereses comunes de las partes mediante acuerdos – tratados comerciales - , ambas partes deben ceder ciertas cosas.
Esta cesión implica que no todos los agentes económicos involucrados en este tratado comercial pueden salir beneficiados. Así que no es responsable generalizar los resultados de un tratado comercial en cuanto a “todos nos beneficiamos” o “todos nos perjudicamos”.
Ante esta realidad, el asunto es tomar la decisión de votar “SI” o “NO” en cuanto a la relación de ventajas y desventajas que éste tiene. En este sentido, considero que el “TLC”, en balanza, tiene más ventajas que desventajas y, por lo tanto, apoyo el “SI”.
No es mi propósito dilucidar y analizar en este pequeño espacio todas aquellas razones que se han externado a favor y en contra del “SI” y “NO” del “TLC”.
Encuestas recientes –tanto las publicadas en Al Día, La República e IDESPO de la Universidad Nacional – demuestran que hay un mayor número de personas dispuestas a dar un voto de “SÍ” que a un “NO” en apoyo al “TLC”. No obstante, el “SI” no logrará la victoria que le otorgan las encuestas si no logra movilizar a las personas del “SI” a votar. En este sentido, los votantes del “SI” verían reducido el bienestar que tendríamos con el “TLC” por la inacción – externalidad negativa - de las personas del “SI” que deciden no votar. Los del “NO” se convertirían en los beneficiarios – free riders – de esta inacción a pesar de ser la minoría, según indican las encuestas.
En cuanto a todas aquellas personas que aún están indecisas, los invito a reflexionar sobre los siguientes puntos:
Se votará sobre un tratado comercial, que lejos de ser libre, es un acuerdo suscrito entre dos o más países soberanos en virtud del cual se establece el modelo de relaciones en los intercambios comerciales entre los firmantes.
Por su propia naturaleza, los tratados comerciales implican un choque o conflicto entre agentes económicos con posiciones diversas, en donde los negociadores buscarán convertirlas en intereses comunes.
Cuando se plasman los intereses comunes de las partes mediante acuerdos – tratados comerciales - , ambas partes deben ceder ciertas cosas.
Esta cesión implica que no todos los agentes económicos involucrados en este tratado comercial pueden salir beneficiados. Así que no es responsable generalizar los resultados de un tratado comercial en cuanto a “todos nos beneficiamos” o “todos nos perjudicamos”.
Ante esta realidad, el asunto es tomar la decisión de votar “SI” o “NO” en cuanto a la relación de ventajas y desventajas que éste tiene. En este sentido, considero que el “TLC”, en balanza, tiene más ventajas que desventajas y, por lo tanto, apoyo el “SI”.
No es mi propósito dilucidar y analizar en este pequeño espacio todas aquellas razones que se han externado a favor y en contra del “SI” y “NO” del “TLC”.
En la sección de, ¿Porqué SÍ al TLC? de mi blog, aparecen una serie de documentos y videos de interés que explican detalladamente porque SÍ es beneficioso el TLC.
Además, considero que en el siguiente extracto de la opinión de Fernando Berrocal Soto, publicada en el periódico La Nación el pasado 3 de mayo del 2007, se resume en buena medida porque es necesario que votemos por el “SI” al referéndum:
“Mi voto es por avanzar con el sí hacia el futuro y no por continuar en el pasado, aferrados a la cultura del miedo, la inacción y el no se puede. Decidamos si vamos a votar por el sí que es apertura y una economía de más servicios que es compatible con los principios de solidaridad y justicia social y que generará empleo y oportunidades en todo el país, o si vamos a votar con el no por un modelo proteccionista, superado por la realidad económica de nuestro tiempo y dominado por unos monopolios públicos ineficientes y un sindicalismo minoritario que secuestró en los últimos años al Estado. De eso se trata esta decisión.”
Alejandro Beeche Van der Laat
1 comentario:
Muy buen artículo. Los puntos muy claros y objetivos. Te felicito por tu nuevo blog que está muy cool!
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